lunes, octubre 16, 2006

Entorno


En el último tiempo Narciso me acompaña. 

Conocer a personas egocéntricas suele ser mi alimento cancerígeno diario; 
ocurre en mi entorno, con cierto círculo inmediato de personas. 
La constante lucha de egos ciegos, 
los discursos autodirigidos 
incapaces de debate constructivo 
me saturan. 
La obviedad y/o teatralidad pareciera ser objeto de admiración, 
como si fuese originalidad, talento, intelecto...
Pero tampoco dejo de sentir lástima, 

porque el egocéntrico no es más que una víctima, 
un contundido, 
un refugiado que elevando su autoestima y creyéndose grandioso 
puede sentirse mejor consigo mismo. 
Igual que Narciso, quien fue fruto de vejaciones 
y debió buscar su propio mecanismo de defensa.

"Ocúpate de ti mismo" decía el oráculo de Delfos, 

clásica recomendación filosófica 
y extraña oposición con el mito de Ovidio que 
se inicia con la sentencia del personaje Tiresias: 
"El niño tendrá larga vida, siempre y cuando 
nunca se conozca a sí mismo".